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Lo primero que debes hacer es identificar cuales son las empresas que podrían considerar los beneficios de tus servicios como una oportunidad necesaria y no como un gasto innecesario.
Una vez tienes una base de prospectos los cuales se pueden obtener por medio de campañas de adquisición de clientes, deberás diseñar una propuesta de valor.
La propuesta de valor debe contener beneficios explícitos e implícitos de modo que un cliente pueda comprender los beneficios de la misma. El beneficio explícito es el que se expone claro y detallado con las características del producto o servicio que ofreces. Por otro lado el beneficio implícito es aquel que no está expuesto directamente pero que puede estar muy relacionado con las emociones, percepciones y deseos positivos que podrían adquirir los clientes con el servicio o producto.
Para dar un ejemplo: Unos padres salen con sus hijos a comer un helado, el beneficio explícito del helado es su sabor y el placer al comerlo y el beneficio implícito es el hecho del momento en que comparten juntos (padres e hijos) una experiencia con alegrías en ese momento.
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